martes, 18 de marzo de 2008

Mente y corazón


Que razón tenía Schiller cuando escribía en su carta para la educación estética del hombre:
El camino que conduce al intelecto ha de abrirlo el corazón. Educar la facultad sensible es, por tanto, la más urgente necesidad de nuestro tiempo, no solo porque es un medio de hacer eficaces en la vida los progresos del saber, sino porque contribuye a la mejora del conocimiento mismo.”
Educar la mente y el corazón nos lleva a la sensatez y la bondad. Y tan peligroso entiendo que es la ausencia de lo uno como de lo otro.
He conocido personas que desprecian la inteligencia (como la lógica y el razonamiento) y colocan los sentimientos por encima de todo, y acaban cayendo en una suerte de exaltación emocional que sin control acaba en fanatismo sin cordura.
También he conocido personas tremendamente racionales y frías cuya vida carece de la calidez y el color de los sentimientos.
Creo que el soñado equilibrio entre mente y corazón solo es posible como sucede entre los platillos de una balanza: cuando sepamos establecer un eje, un fiel, que esté más allá de ambos pero que se manifieste básicamente en inteligencia y bondad. O como en el símbolo del Yin Yan, cuya danza encuentra su armonía a través del Tao ( el sentido de la vida).