sábado, 10 de mayo de 2008

Vivere deinde philosophare

Decía un antiguo pensamiento romano: Vivere deinde philosophare, (vivir, despues filosofar).
¡Cuanto tiempo ha estado la filosofía alejada de la vida!, condenada a la imagen de un enrevesada especulación intelectual, fria y esteril y en nada proxima a la vida cotidiana, sus miserias y elegrias, sus preguntas y sus necesidades de respuesta. El pensamiento, la imaginación, no pueden convertirse en un refugio que nos aisle de la realidad, sino una antorcha que ilumine una pletótica vida llena de experiencias.
Por eso, cuando el hombre desarrolla una de las más bellas cualidades que posee, que es poner la luz del entendimiento sobre la experiencia de la vida, todo se torna más vital, más colorido, más rico.

Pensar, sentir, hacer... como una unidad que busca y haya sentido a la vida.
No hay filosofía verdadera si no hay vida, si no hay amor y compromiso vital que conmueva y mobilize a todo el ser hacia su plena realización. Tampoco creo que haya aventura más emocionante que vivir con la conciencia abierta, aprendiendo a cada paso y tratando de desplegar el infinito abanico de potencialidades que guardamos, a la luz de ese discernimiento, con la proa puesta hacia un ideal de vida.

domingo, 4 de mayo de 2008

¿Amanece?,¿anochece?.


He visto amanecer muchas mañanas y la espera a veces te sorprende, pues los primeros rayos, después de la aurora, no se anuncian con ruido. Cuando casi no se espera, atraviesa la infinita distancia un haz de luz que se clava en la mirada, y el inmenso horizonte comienza a revelar sus reflejos ante el impacto del sol.
También veo atardecer, y es serena la espera pues sabemos que sobrevendrá la noche y su velo de sueño.
Pero hay un momento en ambos pasos que si los detenemos en su trayectoria no los sabríamos reconocer. ¿Amanece?, ¿anochece?.

Tal parece suceder cuando el “sol de la civilización” está en la línea media del horizonte. ¿Hacia donde vamos?. ¿son los colores vivos de ideales y utopías reclamados, señal de un nuevo amanecer de tiempos mejores?, ¿o es su brillo ante la presentida noche, que en la nostalgia eleva un último canto y se presta el sueño y al misterio, mientras su helado manto se apresura a ocupar su trono entre los hombres…?
Solo el hombre sabe apresar el sol en su farola, para alumbrar la oscura noche.